Queridas Alimañas: cientos de voces o cientos de veces
Queridas Alimañas: Me pide Peonza que cuente por qué sois las protagonistas de Robinson contado por las alimañas. No podía ser de otra manera. Nadie sabe tan bien lo que ocurrió durante aquellos meses en la isla. El amigo Daniel Defoe nunca estuvo en la costa de Brasil ¿cómo podía saber de sus árboles, centelleantes pájaros, de sus tigrillos que todo lo critican? Si hubiese arribado a Itajubá, sabría que no es un peñasco desierto, que en ella había mucho que comer, y sobre todo mucho que aprender de los bichos.
Cierto, la historia de Robinson Crusoe se ha contado cientos de veces, pero nunca antes con vuestras voces, creando, como diría Mijail Bajtín (escritor a quien no conocéis que fue, como vosotras, un heterodoxo), una polifonía en la que distintas voces pueden llevarse la contraria. Sabéis que tengo debilidad por los personajes (y personas) que llevan la contraria, por los disidentes. Por supuesto, es más interesante contar desde cientos de voces que contar cientos de veces.
Partes de esta historia no habían sido contadas, o habían sido pasadas por alto, como el infame propósito del viaje emprendido por Robinson. Claro que Defoe había narrado que iba a traer negros de Guinea para hacerlos esclavos. Mas parece que esto ha sido omitido en otras robinsonadas anteriores. Como sabéis hay quien cree que a las niñas y niños es mejor no hablarles de cuestiones conflictivas, opinión que no comparto. Gracias a que Andirá, el murciélago, escuchó a Robinson rememorarlas y nos las cuenta.
De su trato con vosotras podemos también deducir que Robinson no era precisamente un ecologista respetuoso con la naturaleza. Empezó por liarse a tiros con los pájaros, aunque siendo mal tirador lo único que consiguió derribar fue un coco que le cayó en la cabeza. Con razón decía Aymberé, la lagartija, que hubiera preferido un náufrago con escamas, pequeño y cariñoso. Con todo, enseñasteis a Robinson a comer sabrosos gusanos. Y gracias a vosotras se hizo amigo de Taiguara (a quien llamaba Viernes).
Me preguntan si ha sido difícil daros la voz en el libro: es verdad que tuve que estudiar mucho. Incluso desconfiar un poco de lo que cuentan algunos bravucones. Ya sabemos que Yaguatirica se cree un tigre aunque pese poco más de tres kilos. Lo más difícil fue hablar con la voz múltiple de la colonia de hormigas, tan poderosa, aunque las hormigas una a una sean pequeñas. De ellas he aprendido a comprender sus mensajes, que no consisten únicamente en palabras. Lo que no puedo saber es qué fue de Robinson, si volvió o no a su brumosa isla, si se quedó con vosotras. Espero que algún día me lo contéis.